Por Christopher Purdy, Presidente y Director General de DKT International
Noviembre de 2018
En su libro de 2016 Thank You for Being Late, el columnista del New York Times Thomas Friedman imagina cuestiones que formarían parte de la plataforma de la Madre Naturaleza si tuviera un partido político. Uno de ellos sería supeditar la ayuda exterior de Estados Unidos a la consecución de avances en materia de igualdad de género y acceso a la planificación familiar para todas las mujeres que lo deseen.
"Como comunidad mundial y medio ambiente, sencillamente no podemos permitirnos las explosiones demográficas que, en combinación con el cambio climático, la desertificación y los conflictos civiles, están haciendo cada vez más inhabitables franjas del mundo", escribe. "La planificación familiar y la mitigación de la pobreza y del clima son políticas que tienen que coevolucionar y no tratarse por separado".
Vayamos aún más lejos y digamos que éste es un momento trascendental para la planificación familiar. Nunca ha sido tan importante como ahora; garantizar que la planificación familiar esté al alcance de todas las mujeres que lo deseen debe convertirse en un imperativo mundial.
Como explica Friedman, varias transformaciones concurrentes están sacudiendo nuestro mundo de tal manera que el ritmo de aceleración que nos rodea está superando la capacidad humana de adaptación. La discordancia resultante entre estos cambios sísmicos y nuestra capacidad para afrontarlos ha creado una sensación de desasosiego, de que el suelo se está moviendo inexorablemente bajo nuestros pies colectivos y de que no sabemos muy bien qué es lo que viene a continuación. En muchas partes del mundo, esta ansiedad se está traduciendo en movimientos políticos basados en el nacionalismo y el proteccionismo. En el peor de los casos, ha derivado en terrorismo y autoritarismo creciente.
Cita tres macrotendencias:
- Aceleración de la tecnología: la vertiginosa velocidad a la que la tecnología está transformando nuestro mundo ha cambiado nuestra forma de trabajar y socializar. La mayor velocidad de procesamiento de los microchips anuncia el advenimiento de aplicaciones tecnológicas que causarán más trastornos. La inteligencia artificial, el acceso ubicuo a Internet y los coches sin conductor son tres ejemplos de ello.
- Globalización: las economías del mundo están hiperconectadas y son interdependientes; es casi imposible aislarse de las acciones de otras naciones y sociedades. Cambios y expansiones sin precedentes en el transporte y las comunicaciones nos han unido inextricablemente; no hay vuelta atrás.
- Planeta cambiante: el innegable cambio climático, alimentado en parte por el crecimiento demográfico, está afectando a la habitabilidad en muchas partes del planeta. Esto puede verse y se verá en cambios cada vez mayores en el suministro de alimentos y agua, la salud, la emigración y los conflictos.
Aunque debemos afrontar estos retos titánicos y polifacéticos de formas nuevas, muchas de las soluciones nos son bien conocidas. "A diferencia del cambio climático, no necesitamos predicciones ni escenarios", escribe Hans Rosling en su libro Factfulness: Diez razones por las que nos equivocamos sobre el mundo - y por qué las cosas están mejor de lo que crees. "Sabemos que 800 millones están sufriendo ahora mismo. También conocemos las soluciones: paz, escolarización, atención sanitaria básica universal, electricidad, agua potable, retretes, anticonceptivos y microcréditos para poner en marcha las fuerzas del mercado. No hace falta innovar para acabar con la pobreza".
De todas las soluciones necesarias para hacer del mundo un lugar mejor, aumentar el acceso a los anticonceptivos es quizá la más factible de todas ellas. Melinda Gates ha calificado los anticonceptivos como una de las "mayores innovaciones contra la pobreza de la historia", y señala que ningún país de los últimos 50 años ha salido de la pobreza sin ampliar el acceso a los anticonceptivos. Lo mejor de todo es que no hace falta volver a imaginar cómo resolver este problema. La tecnología necesaria, el cambio de comportamiento de los usuarios finales y la formación de los profesionales de la medicina son generalmente eficaces y bien conocidos. Los anticonceptivos asequibles y de alta calidad son seguros, baratos y, fundamentalmente, fáciles de usar.
El acceso a la anticoncepción es fundamental para empoderar a las mujeres y los hombres, de modo que puedan planificar sus familias de una manera que tenga sentido para ellos. Y, sin embargo, según el Estado de la Población Mundial 2017, el 21% de las mujeres de entre 15 y 49 años de las regiones menos desarrolladas del mundo no tienen acceso a la planificación familiar. Como ha señalado Hans Roesling, la población mundial tardó casi 9000 años en pasar de 5 millones de habitantes a 1.000 millones. Hicieron falta otros 120 años para alcanzar los 2.000 millones y sólo 12 años para pasar de 6.000 a 7.000 millones. Las Naciones Unidas predicen que superaremos los 11.000 millones de personas antes de que acabe este siglo, incluso si el crecimiento demográfico se estabiliza.
Estamos asistiendo a una aceleración sin precedentes de los cambios sociales en el mundo que nos rodea. A estos rápidos cambios hay que dar respuestas igualmente contundentes. Como parte de ellas, todas las mujeres y todos los hombres merecen el derecho a determinar su propio destino reproductivo. Y somos perfectamente capaces de garantizar ese derecho si somos capaces de reunir y canalizar eficazmente la voluntad y los recursos políticos, financieros y operativos. Debemos hacer hincapié en estimular la comprensión y la demanda de anticonceptivos modernos mediante la educación y el cambio de comportamiento; la cadena de suministro aumentará para satisfacer la demanda, por lo que las inversiones disponibles deben utilizarse para aumentar la aceptación entre mujeres y hombres. Esta respuesta debe ser urgente, vigorosa y masiva.