Por Sara Stratton con Palladium. Publicado originalmente en newsecuritybeat.org

Con la llegada de COVID-19, los países están experimentando interrupciones de los servicios sanitarios de todo tipo: los trabajadores sanitarios han sido redistribuidos, los suministros que ya escaseaban son aún más difíciles de encontrar, los escasos recursos financieros destinados a la salud se están reasignando y los servicios sanitarios rutinarios están menos disponibles, si es que lo están. El COVID-19 está provocando el cierre de instalaciones en algunos entornos, en parte porque muchos proveedores carecen de equipo de protección personal (EPP) suficiente para prestar servicios con seguridad. Al mismo tiempo, muchos clientes, especialmente los que buscan servicios de planificación familiar y salud reproductiva, no puedenacceder a ellos. Esto se debe a una confluencia de factores: la acción policial impide los desplazamientos; los centros cierran sus puertas; muchas personas temen contraer el virus; en algunos casos, la pareja prohíbe a las mujeres salir de casa.

Sin un final claro de la pandemia a la vista, las predicciones sobre las repercusiones negativas en la PF/SR son sombrías. Si la situación se prolonga incluso seis meses, el UNFPA calcula que hasta 47 millones de mujeres de países de ingresos bajos y medios podrían verse imposibilitadas para utilizar métodos anticonceptivos modernos, lo que podría dar lugar a 7 millones de embarazos no deseados adicionales. Igualmente devastadores son los 31 millones de casos adicionales de violencia de género. Según los datos del ébola, pueden morir más mujeres y niñas por falta de acceso a los servicios que por el propio coronavirus.

La comunidad de la PF/SR ha respondido rápidamente a la pandemia para tratar de mantener los avances en el uso de la planificación familiar y las mejoras en los sistemas sanitarios. Los organismos normativos han emitido orientaciones sobre la naturaleza esencial de los servicios de PF/SR y se han publicado recomendaciones sobre canales alternativos para prestarlos. Es absolutamente fundamental comprender que "la salud sexual y reproductiva no puede considerarse un lujo".

Pensar de forma sistemática es esencial para crear un entorno que garantice la disponibilidad de los servicios durante las crisis. Para lograr una vía más sostenible, hay que centrarse en desarrollar y aplicar políticas pertinentes que proporcionen una plataforma jurídica y reglamentaria que permita a las partes interesadas exigir a los responsables que rindan cuentas de sus compromisos.

¿Cómo es un entorno político favorable para un programa de PF/SR? Las políticas deben basarse en la premisa de que todos los ciudadanos tienen derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud. Deben garantizar que las políticas de PF/SR se traduzcan en acciones significativas que apoyen servicios de PF/SR aceptables, accesibles, disponibles y de calidad, y que las políticas incluyan puntos de referencia para garantizar la rendición de cuentas. Dichas políticas pueden introducirse y/o reforzarse ahora para prepararse para el futuro, con el fin de garantizar que los programas de PF/SR sigan atendiendo a los clientes durante las crisis.

Áreas clave de la planificación familiar y la salud reproductiva

Dado que los servicios de planificación familiar y salud reproductiva son esenciales, las políticas deben permitir la continuidad de los servicios y facilitar el acceso de las mujeres y las niñas. Entre las políticas importantes que deben aplicarse ahora en todo el sistema figura la consolidación del reparto de tareas entre los cuadros de trabajadores sanitarios, prestando especial atención al importante papel que desempeñan las farmacias y las droguerías para aumentar el acceso a los servicios. Burkina Faso, Costa de Marfil, Kenia, Malí y otros países han incorporado este enfoque en sus políticas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene promoviendo desde 2012 la ampliación de la gama de tareas que pueden desempeñar los cuadros de atención sanitaria, como los agentes de salud comunitarios, las matronas y los empleados de farmacia, con una actualización adicional de sus orientaciones en 2017.

La OMS también ha publicado recientemente directrices para el autocuidado , es decir,la capacidad de las personas y las comunidades para promover y mantener la salud sin el apoyo de un profesional sanitario. Modificar las políticas a lo largo del ciclo vital de la atención a mujeres y niñas e incluir el autocuidado en toda la gama de servicios ofrecidos, puede aumentar el acceso a la atención en tiempos de calma y crisis. Junto con este cambio de política, los países pueden incorporar el suministro avanzado de píldoras (incluso para la anticoncepción de emergencia), la autoinyección para el DMPA-SC y la orientación sobre la posibilidad de prolongar la vida útil de los anticonceptivos reversibles de acción prolongada para prepararse para el futuro.

Junto con estas políticas de prestación de servicios, es necesario revisar la estructura de los centros y la política de costes. La revisión de las directrices nacionales para modificar el flujo de los establecimientos a fin de maximizar la distancia física en las zonas de espera, los procesos de detección y garantizar la privacidad de los exámenes, y permitir el establecimiento de mayores estaciones y protocolos de prevención de infecciones pueden reducir las posibilidades de transmisión, proteger a los trabajadores sanitarios y recuperar la confianza de los clientes en la seguridad de los establecimientos. Estos cambios pueden complementarse formalizando el acceso a servicios anticonceptivos adaptados a los adolescentes para atender las necesidades específicas de este importante segmento de la población. Y, para permitir que los clientes reciban servicios cuando no pueden acudir físicamente a los centros, es fundamental incluir disposiciones para la telemedicina con cobertura de costes en los protocolos de prestación de servicios y los planes de seguros.

Además, para preparar a los países a prestar servicios en futuras crisis y reforzar el nexo entre las comunidades humanitaria y de desarrollo, es importante incluir disposiciones para escenarios de crisis en las políticas para garantizar que el acceso, la disponibilidad, la aceptabilidad y la calidad de los servicios y suministros de PF/SR no se vean comprometidos.

Sin suministros -es decir, anticonceptivos, EPP, kits de maternidad- no es posible prestar servicios de planificación familiar y salud reproductiva. Esta crisis ha puesto en peligro la disponibilidad de suministros esenciales. Para mitigar este tipo de situaciones en el futuro, las políticas relacionadas con los suministros deben permitir una aprobación y un registro más ágiles y rápidos de los nuevos anticonceptivos y medicamentos esenciales. Esto puede ayudar a que los suministros lleguen a los países con mayor rapidez, al igual que el establecimiento de asociaciones y acuerdos regionales para adquirir suministros a nivel regional, sobre la base de criterios de calidad, plazos y métodos de transporte normalizados y acordados. Otra estrategia para reforzar las políticas de suministros es diseñar mecanismos de contratación que atraigan una mayor participación del sector privado en una serie de servicios integrados, garantizando que se incluya la PF/SR.

La escasez crónica de personal sanitario ha asolado a muchos países durante décadas. Esta carencia se amplía ahora durante la pandemia debido a la enfermedad del personal, su redistribución o su negativa a prestar asistencia sin EPP. Para reducir el posible impacto negativo en el futuro y fortalecer el sistema sanitario ahora, las políticas de recursos humanos deben abordar las necesidades de los trabajadores sanitarios, la mayoría de los cuales son mujeres, incluidas las cuestiones de la diferencia salarial, la violencia de género en el lugar de trabajo y la colocación en lugares alejados de sus familias. Este es un momento oportuno para establecer políticas y prácticas de pago que incluyan el dinero móvil, y para integrar formalmente a los trabajadores sanitarios comunitarios en el sistema sanitario y pagarles en consecuencia. Se puede aumentar la seguridad de los trabajadores sanitarios vinculando la importancia del control de la prevención de infecciones con la prestación de servicios (mediante la formación y la planificación de suministros) y la obtención de licencias y la formación médica continua. Y para hacer más asequible esa formación a los trabajadores sanitarios muy dispersos, las políticas pueden permitir y fomentar la formación médica continua en línea.

Nadie sabe cuánto durará la pandemia de COVID-19. Lo que sí se sabe es que, si no se introducen modificaciones duraderas en nuestra forma de vivir, trabajar y jugar, se prolongará aún más en el futuro. En el ámbito de la PF/SR, disponer de un marco político sólido y favorable, aprender de la pandemia y adaptar ahora políticas anticipatorias para el futuro es fundamental para que la comunidad mundial esté en mejores condiciones de superar ésta y futuras crisis del sector sanitario.

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Sara Stratton es directora de salud en Palladium y asesora técnica superior de planificación familiar en el Proyecto de Política Sanitaria financiado por USAID.

Fuentes: Deutsche Welle, Global Health: Science and Practice, High Impact Practices, Inter-Agency Working Group on Reproductive Health in Crises, Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar, Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, IntraHealth, Marie Stopes International, The Atlantic, The Lancet, Fondo de Población de las Naciones Unidas, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Organización Mundial de la Salud.

Fotografía principal: Mobina Khatun (45 años) es una de las 40 voluntarias rohingya que trabajan con ONU Mujeres para movilizar a sus comunidades sobre cuestiones cruciales en diferentes campamentos de Ukhiya. Foto cortesía de Pappu Mia/ONU Mujeres.